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ORQUESTA FILARMÓNICA DEL BOCA DEL RÍO-VERACRUZ

JORGE MESTER, Director artístico

Viernes 1 de diciembre, 20:00 horas

FORO BOCA

 

En el marco del 55 aniversario de Relaciones

Diplomáticas entre Polonia y México

 

PROGRAMA

 

RICHARD WAGNER         Obertura para “Los maestros cantores de Nuremberg”

 

Duración aproximada: 10 minutos

 

FRÉDÉRIC CHOPIN         Concierto No. 2 en fa menor, para piano y orquesta, Op. 21

-Maestoso

-Larghetto

-Allegro vivace

Duración aproximada: 34 minutos

 

Solista:

LUIS HERMAN

 

INTERMEDIO

 

JEAN SIBELIUS                  Sinfonía N° 5, en mi bemol mayor, Op. 82

-Tempo molto moderato

-Andante mosso, quasi allegretto

-Allegro molto

Duración aproximada: 33 minutos

EDDIE MORA

Director invitado

 

 

EDDIE MORA

Director invitado

Premio Nacional Costa Rica y ganador del Premio Latin Grammy 2017 como director de la Orquesta Sinfónica Nacional de Costa Rica en la categoría “Mejor álbum de música clásica”. Nominado en múltiples ocasiones como compositor y director a los Premios Latin Grammy (2014, 2016, 2018, 2020 y 2022), Eddie Mora fue distinguido con el Premio Nacional “Carlos Enrique Vargas” 2019 y 2022, en la categoría de Dirección de Orquesta otorgado por el Ministerio de Cultura y Juventud de Costa Rica.

En la actualidad, es Director Artístico de la Orquesta Sinfónica de Heredia (OSH), proyecto artístico único en la zona, el cual dedica su programación a la música escrita en los siglos XX y XXI, otorgando un especial énfasis a la creación musical latinoamericana. También ejerce la docencia en la Escuela de Artes Musicales de la Universidad de Costa Rica. Durante el período 2014 – 2015 se desempeñó como director residente de la Orquesta Sinfónica Nacional de Costa Rica.

Como compositor su catálogo reúne obras para los formatos sinfónico, cámara, instrumentos solos e incidental. Su música ha sido interpretada y grabada por grupos de cámara y músicos de gran prestigio. Lo mismo como compositor y director, Mora ha grabado un importante número discos compactos, producidos tanto en Costa Rica como en Alemania, Estados Unidos, Inglaterra y España. Es egresado del Conservatorio Tchaikovsky de Moscú.

 

youtube.com/user/embcomposer

eddiemora.com

sinfonicadeheredia.com

 

LUIS HERMAN

Pianista

“Con más de 300 conciertos en Europa y América, Luis Herman se ha consolidado, representando a México en grandes escenarios alrededor del mundo”

 

Luis Herman Miranda, talentoso pianista guanajuatense, se gradúa con “Titulación laureada” de la Licenciatura en Música por la Universidad de Guanajuato. En 2018 concluye sus estudios de postgrado en Europa, en la Universidad de Música Frederic Chopin en Varsovia, Polonia, con los catedráticos Ramiro Sanjinés y Jerzy Romaniuk.

Recibió clases magistrales de François Chaplin en la Texas University, de Barry Snyder (ganador del premio Van Cliburn), de los mexicanos Jorge Federico Osorio y José Miramontes, de la ucraniana Alla von Buch y del franco-chipriota Cyprien Katsaris. Ha participado como solista con las orquestas sinfónicas de San Luis Potosí, de Michoacán, de Oaxaca, la Universidad de Guanajuato y con la Banda Sinfónica del Estado de Guanajuato.

En México, se ha presentado continuamente en importantes salas como el Teatro Juárez de Guanajuato, Teatro Manuel Doblado y Auditorio Mateo Herrera en León, Teatro Ocampo en Michoacán, Teatro Ricardo Castro de Durango, Teatro Esperanza Iris de Villahermosa, Tabasco y, recientemente, en el Alcázar del Castillo de Chapultepec. Ha participado en los festivales Internacional Cervantino, Internacional de Zacatecas, Octubre de Baja California, Revueltas de Durango, Texas State International Piano Festival, Ale Meksyk de Polonia y de las Naciones de Roma, entre otros.

Luis Herman ha representado a México en grandes escenarios alrededor del mundo como el Shrine Auditorium de Los Ángeles (EU), España, Italia, Polonia (Sala Koncertowa Fryderyka Chopina y Chopin Salon) y Hungría, contando en repetidas ocasiones con la honorable presencia de los embajadores de cada nación. Ha estrenado y grabado obras de compositores como Juan Trigos, Nicolás Prada (Colombia), Carlos Vidaurri, Jesús Villaseñor y Alex Ruanova, entre otros. Comprometido con sus raíces, ha dirigido proyectos de rescate de la obra de Juventino Rosas.

En 2015 crea el proyecto Dúo Cervantes y el Dúo Meksyk, con motivo del 400 aniversario luctuoso del escritor, donde realiza una fusión literaria-musical con temas cervantinos ofreciendo más de 50 conciertos en Polonia, España y México, presentando recitales para piano a cuatro manos y a dos pianos con obras mexicanas, españolas y argentinas.

Por su brillante carrera y compromiso con su Estado, Guanajuato ha reconocido su trayectoria otorgándole la presea “Artista Orgullo Festival Internacional Cervantino 2015”.

 

Notas al programa

 

RICHARD WAGNER (1813-1883)

Obertura para la ópera “Los maestros cantores de Nuremberg”

Pieza instrumental de amplias frases melódicas, fastuosa instrumentación y temas cargados de rebosante optimismo, la obertura para la “Los maestros cantores de Nuremberg” se define como un fragmento magistral que abre un drama igualmente genial.

Los maestros cantores es la única ópera de Wagner en que abundan las situaciones chuscas, una singularidad que también se hace extensiva a los personajes protagonistas: ninguno de ellos ha surgido de la leyenda o la mitología. Este drama fue inspirado por “La crónica de Nuremberg”, de Johann Christoph Wagenseil y el libreto fue adaptado por el mismo compositor. El estreno se dio en Múnich, en 21 de junio de 1868.

Ubicada la trama en la Nuremberg medieval, muchos de los personajes son históricos, como Hans Sachs, el gran poeta artesano presidente de los maestros cantores de Nuremberg hacia la mitad del siglo XVI, cuyas obras se conservan aún. Históricos también son el ambiente, las costumbres y hasta las fiestas que Wagner reprodujo en la escena. En esta obra, el principal elemento dramático se centra en el conflicto entre un representante del ambiente trovadoresco, Walther, y los bien organizados (aunque obtusos) burgueses medievales. Sin enfrentamientos bélicos, en su obra Wagner aborda el problema social que implica la presencia de las generaciones conservadoras ante quienes buscan la renovación. El compositor conduce este conflicto hacia un final feliz.

En Los maestros cantores de Nuremberg encontramos una perfecta mezcla de poesía íntima y comicidad caricaturesca. Se dice que en el personaje de Hans Sachs, Wagner impuso muchos rasgos autobiográficos, mientras que en Beckmesser personifica a Eduard Hanslick, el temido crítico vienés que se constituyó en su acérrimo enemigo.

Pero en cuanto a la música, no existe discusión. Se trata de una verdadera obra maestra; emotiva, festiva, íntima por momentos o cómica, según lo requieren las distintas escenas. Aquí el compositor echó mano de diversas formas musicales. Los cantos de Walther contienen rasgos de música trovadoresca, mientras que para las escenas asignadas a los maestros cantores y al coro hizo música con características propias de la polifonía antigua. De ello resulta una ópera de contornos variadísimo, realizada por un creador para quien la armonía y las técnicas de orquestación no contenían secretos.

La primera idea de Los maestros cantores de Nuremberg surgió en 1845, aunque abandonó este proyecto para abordar Lohengrin. En 1851 trató de retomar la obra, pero pasarían otros diez años para emprender la realización. Con frecuentes interrupciones, algunas muy prolongadas, terminó la partitura en octubre de 1867, en Triebschen, Suiza, y la ópera fue estrenada el 21 de junio de 1868 en Múnich, con dirección concertadora de Hans van Bülow.

Desde luego que Wagner tenía en los críticos a enemigos temibles, pero éstos no impidieron la difusión de la ópera y su triunfante carrera hacia Dresde, Karlsruhe, Mannheim, Weimar; Hannover, Viena y Berlín. Fue allí tan aclamada que pronto se hicieron traducciones al inglés para representarla en Londres, en húngaro para Budapest y en francés para su irrupción en la ciudad más antiwagneriana de Europa: París

La obertura recoge y presenta brillantemente varios de los temas que forman parte del drama.

 

FRÉDÉRIC CHOPIN (1810-1849)

Concierto No. 2 para piano y orquesta

Esta partitura es, en realidad, el primer concierto que Chopin escribió para piano con orquesta, concluido hacia inicios de 1829, cuando contaba con 19 años, y está dedicado a la condesa Delfina Potocka. Fue estrenado por el propio compositor como solista en marzo de 1830, en Varsovia.

Un breve análisis nos indica que hay en esta obra una más acentuada carga dramática, con relación a su compañero, y no deja de sorprendernos por su fascinante inspiración melódica, riqueza expresiva y sentido rítmico.

Su primer movimiento contiene forma de sonata con amplia introducción orquestal que expone los dos temas principales. El segundo de ellos es repetido por el solista, en un momento de lírica intimidad.

El Larghetto, de tierno carácter, parece aludir a un temprano romance del compositor con la soprano Konstancja G?adkowska.? El Allegro final también nos presenta dos temas, y llama la atención la naturaleza del segundo, una mazurca de indudable sabor polaco. Los contornos luminosos y de este tercer fragmento son subrayados por el solista con respaldo de la cuerda. Aunque Chopin especificó sin lugar a dudas la formación orquestal por él deseada, actualmente se acostumbra interpretarlo con la orquestación de Alfred Cortot, quien preparó un material orquestal supuestamente “más apropiado” y de acuerdo a los deseos del director Wilhelm Furtwängler.

Chopin escribió sólo seis obras para piano y orquesta, entre ellas sus dos conciertos. Todas pertenecen a su período de formación, cuando comenzaba su carrera en Varsovia como compositor y pianista. Después de ello (y de su partida de Polonia para jamás retornar), Chopin habría de volcar su genio hacia los géneros breves. Tenemos ante nosotros, entonces, la grandeza creativa apoyada en obras tan cortas que pareciera que en unos minutos el músico intentaba volcar su interioridad y sus impresiones del mundo.

Mucho se ha reiterado en el sentido de que Chopin convirtió a la orquesta en un elemento al servicio del solista, y esto fue duramente señalado por sus contemporáneos. Pero el asunto no es tan simple. Cuando Chopin trabajaba sobre sus obras para piano y orquesta, los conciertos de Beethoven aún eran desconocidos y apenas se tomaban en cuenta los de Mozart. Los modelos imperantes eran Hummel y los provenientes del estilo propio de Johann Christian Bach. Lo anterior, aunado a la intención propia de un virtuoso del teclado, convirtió la debilidad de la orquesta en un propósito y no, como muchos suponían, en el resultado de la incapacidad del compositor.

Los conciertos de Chopin nunca han desaparecido del repertorio y se mantienen en el ánimo tanto de los pianistas como del público. Es evidente que la calidad de sus ideas, los bellos contornos melódicos y su musicalidad pianística compensan ampliamente los “defectos” que pudieran señalársele.

 

JEAN SIBELIUS (1865-1957)

Sinfonía No. 5

La Quinta sinfonía en mi bemol mayor del finlandés Jean Sibelius fue producto de una encomienda procedente del gobierno de su país para una singular celebración. El año 1915 –en plena Guerra Mundial– marcaba el cincuentenario del compositor y el día de su natalicio, 8 de diciembre, había sido declarado fiesta nacional. Sibelius cumplió con el encargo y entregó su partitura a tiempo, para estrenar la Sinfonía precisamente el 8 de diciembre.

Esa primera audición se ofreció en Helsinki, pero el autor revisó el material en 1916 y nuevamente en 1919. La segunda versión fue estrenada en 1916 y la tercera, que se considera la definitiva, fue presentada por la Orquesta Filarmónica de Helsinki el 24 de noviembre de 1919, todas con el autor en el podio. Escrita para una formación tradicional, sin elementos percusionísticos adicionales para un solo el juego de timbales, consta de solo tres movimientos.

Para su Quinta sinfonía, Sibelius empleó material diverso con fragmentos escritos previamente y esbozos que más tarde integraría cabalmente a la futura Sexta. Pero el proceso fue complejo. Por la propia redacción del músico sabemos que la amalgama de temas y motivos no terminaba de concordar debidamente: “Es como si Dios hubiera arrojado piezas de mosaico desde el fondo del cielo y me pidiera que los pusiera otra vez en su sitio”, registró en su Diario. Además, en un entorno de amenaza por el conflicto en que se encontraba hundida gran parte del territorio europeo, las inquietudes distraían su atención y llegó a expresar sus temores por los nada satisfactorios resultados de su trabajo sobre una “sinfonía imposible”. Pero su poderosa voluntad no cejaría en el empeño y poco después redactó con certidumbre: “Mi Sinfonía debe ver la luz del día…”

La versión inicial, estrenada el día de su cumpleaños 50, contaba con los tradicionales cuatro movimientos y fue recibida con aclamaciones de público y crítica. Pero el exacerbado perfeccionismo de Sibelius le condujo a trabajar sobre las revisiones mencionadas. Decía que intentaba dotar a su obra de una forma “más humana, más terrenal, más vibrante”, pero la partitura de la segunda versión se perdió poco después de su estreno. En 1918, año en que Finlandia era sacudida por revueltas armadas internas derivadas de la Primera Guerra Mundial y por el desmoronamiento del imperio zarista ruso, Sibelius retomó su Sinfonía hasta conseguir la forma anhelada.

En su Sinfonía 5, Sibelius remonta hasta el clasicismo para los tres movimientos sinfónicos, con el antecedente de Cesar Frank y su Sinfonía en re. Finalmente optó por unir los dos primeros movimientos de la versión inicial para constituir el extenso primer tiempo definitivo.

El primer movimiento está construido sobre la forma sonata; inicia con un enunciado de los cornos del que, a modo de breves células temáticas, surge paulatinamente el material sonoro. Las maderas parecen describir el despertar de la naturaleza tras el trémolo de las cuerdas que origina un breve ostinato. Pronto el tempo se agiliza para cobrar mayor dinamismo, hasta el crescendo en los metales que nos conduce a la conclusión.

El segundo movimiento es un hermoso tema con variaciones que en mucho nos recuerda, por su frondosa paleta de recursos sonoros, el Adagio de la Novena sinfonía de Beethoven. El Allegro molto es el movimiento más emblemático de toda la sinfonía. Inicia con una suerte de “perpetuum mobile” que repite el arrebatado amor del músico hacia el paisaje finés, horizontes nevados y bosques congelados, con remate del motivo musical que tanto obsesionaba al compositor en sus apuntes, y que calificó como “el incomparable himno de los cisnes”. Los metales se hacen cargo de la conclusión triunfal y apoteósica.

 

Jorge Vázquez Pacheco.